lunes, 27 de febrero de 2012

LA ROSA DE JERICO



La Rosa de Jericó, es una planta oriunda de los desiertos de Arabia y se encuentra también en Palestina y Egipto. Aunque lleva el nombre de la flor de Jericó no proviene de forma nativa de este ciudad.
Una planta extremadamente especial por su resistencia a la sequedad ya que sus ramas tienen la habilidad de cerrarse y permanecer seca durante muchísimos años pero que al instante de tener un contacto con la humedad o el agua vuelve a abrirse y a llenarse de vida expresando su natural belleza.
Esta flor tiene raíces que apenas sobresalen de su forma y por esta razón el viento puede arrancarlas fácilmente y al estar fuera de la tierra tiene la habilidad de rodar larga distancia debido a su leve peso y en estos viajes ella va soltando sus semillas por todas partes mientras cruza las fronteras de diversos países en asía.
Los Chamanes utilizaban esta flor para pronosticar el tiempo y determinaban que cuando la planta permaneciera completamente seca y cerrada se esperaba tiempo de sequía. Si La planta exhibía su forma completamente abierta los chamanes predecían que se esperaba la Lluvia y si se abria con lentitud predecían que se esperaba mucha humedad.
La Rosa de Jericó, que inspiró una leyenda, es un preciado amuleto que se utiliza para bendecir los hogares ahuyentando las malas influencias y atrayendo la paz, el poder y la abundancia al mismo. Según la creencia confiere suerte en los negocios, habilidad en el trabajo, ofrece salud, fuerzas, felicidad y, sobre todo, tiene la propiedad de trasformar las energías negativas en positivas en el lugar donde se encuentre. Creyentes y no creyentes de todo el mundo reconocen su belleza, la cuidan y cultivan.

Modo de empleo:
Es muy fácil conservar y mantener una Rosa de Jericó. Sólo necesita agua limpia y una temperatura no excesivamente alta. Se coloca en un recipiente cualquiera y se cambia el agua de vez en cuando tratando de no dañar las pequeñas raíces. Si queremos que la planta descanse la retiramos del agua y la dejamos secar sobre un papel a temperatura ambiente y en semioscuridad. Si pasado un tiempo queremos recuperarla otra vez, lo único que tenemos que hacer es volverla a poner en contacto con el agua y la Rosa de Jericó nos ofrecerá una vez más un derroche de belleza.

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